José “el Veterano” proviene de una familia de ocho hermanos (tres hombres, con él cuatro, y cuatro mujeres, aunque una murió al nacer) y junto a su mujer, Luisa Fernández, es padre de seis hijos varones, abuelo de 17 nietos y todos viven la Semana Santa con una gran devoción.
Y es que la Semana Santa la lleva José en las venas como la misma sangre. Desde antiguo, todos sus antepasados, más allá de sus tatarabuelos, ya dejaban sus trabajos en el campo para participar en la Semana Santa de Vera “siempre hemos andado por los pueblos trabajando (sobre todo mi padre y mis hermanos mayores) en el campo de temporeros, consecuencia de no estar preparados y no tener un trabajo cualificado”.
En aquel entonces el hecho de que varios miembros de una misma familia faltaran cuatro días al trabajo era dejar de ingresar mucho dinero en una casa, “que en aquellos años 60 nos hacía mucha falta”. Vivieran en el lugar que vivieran en aquel momento, volvían a Vera a participar de su Semana Santa, para vivir ese sentimiento profundo de amor a Dios y de honra a la muerte y resurrección de su Hijo. “Para mi familia [la Semana Santa] era algo grande. Recuerdo cuando era muy niño que las mejores ropas nos las compraba mi madre para esos días, recuerdo aquellos zapatos de charol, el pantalón corto…”.
Él, como muchos de los gitanos que habitan en Vera, había participado en otras Hermandades llevando las imágenes: sobre todo con la Virgen de las Angustias, “que es nuestra madre y la devoción hacia ella es enorme”, y con el Nazareno, las dos imágenes que más devotos tienen entre ellos.
Sin embargo, gracias al trabajo de Javier Fernández y José María Fernández, junto al anterior párroco de Vera, don Carlos María Fortes, lograron en julio de 2016 formar su propia Mayordomía, la de San Antón, de la que participan la mayoría de los gitanos de nuestro municipio.
Mantenemos con José una conversación muy interesante que gira en torno a una arraigada tradición familiar, a una fe absolutamente inquebrantable y a un enorme entusiasmo por seguir trabajando y participando de la vida de las Hermandades y la Semana Santa de Vera.

¿Qué significa para usted estar dentro de una Hermandad, o en este caso una Mayordomía?
Sea una Hermandad o una Mayordomía, el sentimiento es el mismo. Es algo que viene incluso de más allá de mis tatarabuelos. Significa creer mucho y llevar siempre en el pensamiento a nuestro Dios.
Por tradición familiar, siempre hemos intentado estar dentro de la Semana Santa, la hemos vivido desde que nacimos. Y para mí significa algo grande: el recuerdo a mi padre, a mis tíos, a mis abuelos, a mi familia. Significa que, si nos vieran ahora mismo, estarían orgullosísimos y disfrutando enormemente de ver que estamos dentro de la Semana Santa, dirigiendo una Mayordomía, saliendo a la par que cualquier otra Hermandad, sabiendo que estamos tan plenamente introducidos en esto como los demás. Ellos hubiesen disfrutado muchísimo de vernos dentro. Y nosotros nos sentimos súper orgullosos de estar ahí porque es la misma tradición que a ellos les enseñaron sus padres, nuestros padres nos lo enseñaron a nosotros y nosotros a nuestros hijos.
Así que, por un lado, es el sentimiento heredado de la familia y, por otro, el ser uno más en el pueblo, apoyar al pueblo, participar en el pueblo al nivel de las demás Hermandades.
Antes, participábamos portando otras imágenes de las que también somos muy devotos, unos de una, otros de otra, pero ahora tenemos a nuestro Cautivo y por él morimos. Hemos elevado un miércoles santo, que era casi nulo, al nivel de un jueves santo o un viernes santo porque atrae mucha gente, vienen muchas personas de fuera a verlo.
Y cada año vamos adornando un poquito más los tronos y haciéndolos más grandes, pero poco a poco. Hubo un año en que nos excedimos muchísimo y fue un gasto muy grande. Ya hemos aprendido que hay que hacerlo poco a poco. Y esto lo he aprendido del resto de Hermandades. Hay que hacer las cosas con previsión para que podamos ir aportando todos y poco a poco, para que luego no nos veamos ahogados.
¿De dónde sacáis el dinero?
Lo ponemos nosotros, entre todos: de la lotería; de eventos que hacemos entre nosotros para sacar dinero, por ejemplo, una familia cocina una paella, otra hace pelotas, otra, migas, compramos la bebida y luego hacemos una jornada de convivencia y vendemos la bebida con esa comida que cada familia ha donado. Así sacamos bastante dinero. Con la caseta de la Feria, que el Ayuntamiento nos donó, también recaudamos mucho dinero. Pero, debido a la pandemia, solo hemos podido trabajar en ella dos años.

¿Cómo habéis sufrido la pandemia, tanto económica como sentimentalmente?
Al principio no pensábamos que la Semana Santa no fuera a celebrarse porque nos encerraron en marzo y estábamos a las puertas.
Económicamente, en estos dos años hemos dejado de ingresar todo lo que ingresábamos antes. Hicimos una lotería de la que sólo logramos vender la mitad porque la gente estaba parada, no podía trabajar y tampoco podía gastar. Entre nosotros hay algunos que donan más y otros menos, pero de fuera no ha habido nadie que quisiera ayudarnos, hacer un donativo a la Hermandad o las imágenes, cosa que sí sucede con otras Hermandades.
El único regalo que ha recibido la Hermandad y que proviene de fuera de los gitanos ha sido un puñal de un gran orfebre que regaló don Diego Ramírez a la Virgen de la Pureza. Pero no queremos pensar en que nadie nos ayuda, si voluntariamente alguien quiere alguna vez regalar algo, muy agradecidos, pero si no, nosotros seguiremos hacia adelante.
Y sentimentalmente, la pandemia fue como una losa. Porque, por un lado, teníamos mucha pena de que no pudiera celebrarse, pero, por otro, también compartíamos esa tristeza y ese dolor de ver a gente sufrir, de hecho, entre nosotros mismos tuvimos pérdidas de seres queridos, y eso fue terrible. Y ahí es cuando pensaba: “la Semana Santa va a volver, pero esta persona ya no vuelve”.
¿Y recibís subvención del Ayuntamiento como el resto de las Hermandades?
Sí, claro. Lo único que al ser Mayordomía la cantidad es menor.
¿Y no quieren dar el paso para ser Hermandad?
Sí, ahora, después de Semana Santa, vamos a empezar a trabajar con don Jesús, párroco de Vera, para intentar convertirnos en Hermandad. Es más difícil porque hay que formalizarse más, hay que trabajar más, hay que tener más responsabilidad. Además de que, por lo que sabemos, una Hermandad funciona como una empresa, con su CIF, su declaración a Hacienda…
Como Mayordomía estamos muy bien también porque no tenemos tantas obligaciones. Sin embargo, como estamos dentro de la Semana Santa, queremos tener las mismas obligaciones que el resto, pero también ser iguales en derechos. Porque nosotros aportamos a la Iglesia y a los actos como uno más. No nos podemos quedar atrás, hay que estar al pie del cañón.
Pero queremos hacerlo poco a poco. No nos importa lo que tardemos, lo queremos hacer bien. Ahora tenemos el reto de alentar a la gente a que se comprometa, que comprendan que esto no va a ser solo salir en Semana Santa. Tiene que ser un trabajo de todos los días y de todo el año. Entonces, de todos nosotros, el que quede, el que realmente se comprometa, sé que lo estará para siempre. Y que la parte de trabajo que le toque no la hará obligado si no que la hará porque quiera, porque le gusta.
No me importa que el número de hermanos se reduzca, que, si ahora somos 1.000 o 1.500 nos tengamos que quedar en 500, pero sé que los que queden serán los que de verdad quieran estar, a los que el sentimiento les mueva de verdad desde dentro. Porque aquí no hay lucro, aquí estás por fe y no puedes trabajar si no tienes ese sentimiento profundo de fe.
Entonces, estar dentro de la Hermandad está ligado a la fe. ¿No es posible sin ella?
Está ligado absolutamente. Sin fe no hay nada. Aún el más ateo, en el fondo, cuando ve que ya su vida está avocada a la muerte, echa mano de la fe. En el último aliento, todos creemos. Además, en lo que yo no creo, no pienso. Es decir, si tú que no tienes fe, que no crees, te estás esforzando porque haya gente que opine lo mismo que tú, por inculcar tus ideas a los demás, es porque realmente sí crees que hay algo en lo que los demás creen. Si yo pienso y hablo de alguien es porque creo que existe, ¿no? Porque lo llevo en mi pensamiento porque me interesa. Porque si no me interesara no me molestaría ni en el sí ni en el no.
Algo que no existe, que no es nada, no te genera sentimientos ni buenos ni malos. Pero cuando ese algo te provoca sentimientos, en contra o a favor, siempre es porque ese algo existe.
Sabemos que Jesucristo ha existido, pero no lo hemos visto. Y creemos en Dios Padre por fe. Cristo utilizó la palabra en vez de la violencia y su palabra es tan fuerte que dura hasta hoy: dos mil años. El Imperio romano, o en su momento el Imperio español, utilizando las armas y la violencia, fueron muy grandes y fuertes, pero se terminaron, se quedaron en nada.

¿Qué sentimientos te genera a ti poder salir en una procesión, poder sacar los pasos a la calle y acompañar a las imágenes?
Se me sale el corazón. Cuando estás allí, en la puerta de la Ermita, con esa música, rodeado de tanta gente, esperando a que saquen la imagen… parece que el pecho te va a explotar. Se te llenan los ojos de lágrimas y comienzas a llorar sin querer.
Es mucho más que una enorme alegría, no se puede explicar con palabras. Y no quieres que la gente te vea así, pero no sé por qué pasa, no sé por qué en un momento en el que estás viviendo una inmensa alegría, te pones a llorar así. Y miras a los lados, y las personas que van contigo en la procesión están igual; pero es que no lo puedes detener.
Son sentimientos tan fuertes que, hasta que no estás en ese momento, no sabes la reacción que esos sentimientos van a provocar en ti.
¿En vuestro caso también hay preferencias entre un paso y otro?
No, los que viven en la fe de Cristo acompañan a todas las Hermandades y a todas las imágenes y no importa si es el Cristo o la Pureza. A la Virgen la llevan las mujeres, aunque desde dentro están apoyadas por algunos hombres también. Y el Cautivo es el titular y lo llevan sólo hombres. Pero si yo pido diez hombres para la Pureza o a algunas mujeres para ayudar a vestir al Cristo, no hay problema porque todos trabajamos por los dos, vivimos por los dos y respetamos a los dos.
Otra cosa es que tú te encargues de una imagen y te preocupes por ella: la mandes vestir, limpiar, ponerle unas camareras para que sean ellas las que se encarguen de ese Cristo y que nadie lo vea desnudo, de las flores… tienes una preocupación por él. Porque salga guapo, esté limpio, cambiarlo de ropa varias veces al año, cuidarlo… y sabes que eres el responsable de que esa imagen esté bien y por eso le vas tomando un cariño.
Pero hay que tener en cuenta que son imágenes y que nuestro pensamiento tiene que estar en Dios. Las imágenes nos recuerdan ese aniversario de la vida y muerte de Jesús. Y las enseñamos para educar a la gente, para recordarles que esos episodios de la vida y muerte de Jesús, lo que sufrió esa madre por su hijo, lo que sufrió ese hijo, sin motivo alguno. Podríamos decir que es un teatro para transmitir a la gente todo lo que pasó.
Has contado que lograsteis ser Mayordomía en julio de 2016, ¿cómo fue el proceso?
Llevábamos mucho tiempo hablando sobre ello, pero no sabíamos cómo se hacía, ni qué pasos seguir, ni qué papeleo… éramos completamente ignorantes acerca del funcionamiento de una Mayordomía.
Primero, gracias a don Carlos y a Antonio Fernández que habían estado hablando y haciendo los estatutos. Luego, Javier Fernández se unió a ellos, y José María Fernández que entró a ayudarles después.
Pero Javier cayó enfermo y, finalmente, fueron José María y don Carlos los que acabaron de completar el proceso para conseguir ser Mayordomía. En 2017 procesionamos por primera vez.

¿Cómo fue esa procesión de 2017? ¿Llevabais ya las dos imágenes?
En menos de un año fue tal la devoción, la fe, el esfuerzo y la ilusión que pusimos que logramos salir en Semana Santa. Dijimos: esto tiene que salir adelante, nos han dado una oportunidad y tenemos que aprovecharla, no podemos dejarla escapar. Llevábamos toda la vida esperando poder participar de esta manera en la Semana Santa, desde nuestros ancestros, y por fin lo habíamos conseguido.
Fuimos a Sevilla a ver al escultor David Valenciano Larios para que nos hiciera el Cautivo. Hablamos con él y entre sus ideas y lo que nosotros queríamos, empezó a hacer dibujos hasta dar con la imagen del Cautivo que nos gustó.
La imagen del Cristo Cautivo fue donada íntegramente por mi sobrino Antonio Fernández “el Like” y su mujer, María Fernández.
Y la Virgen, ¿cuándo se hizo?
En principio, iba a hacerse el mismo año, pero al escultor no le daba tiempo. Así que nos prestaron una Virgen para procesionar ese primer año y cumplimos. La gente se sorprendió. Lo conseguimos.
Más tarde, se hizo la Santísima Virgen de la Pureza que fue donada por mi sobrina, María Cortés, y su marido Francisco Aguilera, “el Mosquito”.
Y actualmente, en la Ermita, tenemos al Cristo Cautivo, a la Santísima Virgen de la Pureza, que sacamos en Semana Santa, y a San Antón, que procesiona el día de San Antón.

Le suena el teléfono a José y resulta ser Tona Fernández, Camarera Mayor de la Virgen de la Pureza que, muy amablemente, acepta hablar un momento con nosotros. Le preguntamos qué significa para ella ser Camarera de la Virgen, tanto durante la Semana Santa como el resto del año.
Para mí, simplemente ser miembro de la Mayordomía, es el colofón de lo que varias generaciones de la familia siempre han tenido la ilusión de conseguir: tener una Hermandad para poder manifestar la fe que llevamos dentro los gitanos. Y para mí personalmente, el hecho de haberlo conseguido es algo hermosísimo.
Es cierto que la fe es general pero cada pueblo tiene una manera de manifestarla y para nosotros esta.
Y, para mí, ser Camarera de la Virgen es algo magnífico, porque tener la posibilidad de disfrutar de esa imagen tan hermosa, poder vestirla, poder estar con ella, es una sensación y un sentimiento que hay que vivirlo para poder entenderlo, es algo celestial, algo divino.
Nos despedimos de Tona y volvemos a nuestra conversación con José.
¿Ese primer año, ya contasteis con alguna subvención, algún dinero para poder comenzar?
Nada, las subvenciones te las dan una vez que has procesionado y que presentas facturas de todo lo que has comprado: música, flores, etc. Así que el dinero salió del dinero de los bolsillos de cada uno de nosotros.
Poner las imágenes en la calle nos cuesta muchísimo dinero del que, actualmente, el Ayuntamiento aporta casi la mitad, y el resto lo ponemos nosotros.
¿Y este año tenéis novedades en alguno de los pasos?
No, ninguna. No hemos podido hacer nada porque no teníamos de donde sacar el dinero. Las dos loterías que hicimos no se vendieron enteras y no hemos podido recaudar dinero de otra manera porque tampoco se pudieron hacer eventos.
La gente estaba parada, no ingresaba nada, los mercados no podían hacerse.
Pero, a pesar de las loterías, los gastos han sido muy superiores a lo que hemos ganado, así que otra vez a poner todos de nuestro bolsillo. Y aún nos queda de aquí al miércoles santo una cantidad enorme que tenemos que sacar, que ya veremos de dónde…

¿Desde cuándo es Hermano Mayor de la Mayordomía de San Antón?
El primero fue José María Fernández y yo era segundo Hermano Mayor. Cuando él lo dejó, se hicieron elecciones y salí yo. Hablamos de 2019. Y tenemos una Junta de Gobierno que cada vez que surge cualquier cosa, lo hablamos y decidimos entre todos. Me gusta pedir opinión a la hora de hacer las cosas.
Y me gusta repartir responsabilidades. Cada uno trabaja en su área, las mujeres lo son de su trono, me consultan, preguntan, pero nunca les he dicho que no porque siempre lo hacen mejor que nosotros (risas).
Y vamos aprendiendo, poco a poco. Como te he dicho antes, ya de un año para otro pensamos qué queremos hacer para que todo el mundo sepa de qué se trata y nos esforcemos todos en conseguirlo, poco a poco.
La Mayordomía de San Antón procesiona al Cristo Cautivo y a la Santísima Virgen de La Pureza.
*Fotos del post propiedad de Andy Loya.