Hombre de mirada profunda y bondadosa, reflexivo en el hablar. Sus palabras transmiten un intenso amor por lo que hace: por su trabajo, que es su vida; su familia, que es su hogar; y su Nazareno, del que manifiesta una íntima devoción.
Hemos charlado con él de sus inicios y de los de Suministros Verasur, la empresa que dirige; del panorama comercial del municipio; y de su vida, entregada a su trabajo y a su familia.
Buenos días, háblenos de los orígenes de Suministros Verasur, por favor.
En el año 1990 mi suegro, Pedro Caparrós, que ya se dedicaba a esto, montó el negocio. Sus hijas son profesoras y tenían sus trabajos. Y como yo ya trabajaba en este sector, me ofreció llevarlo y no tuve ninguna duda. Acepté sin pensármelo.
Así que, aunque la cara visible y quien lleva el día a día sea yo, el negocio realmente es de mi mujer y mi cuñada.
¿Me podría destacar un hito positivo y otro negativo en la trayectoria del negocio?
En la parte negativa, la crisis del ladrillo que fue larga, dura, cruel y que nos hizo pasarlo muy mal desde 2008 a 2015 que comenzamos a recuperarnos.
En la parte positiva, siempre he dicho que lo mejor que le ha pasado a Verasur son sus trabajadores, su equipo humano. Y evidentemente, sus clientes, fieles a nuestro negocio y a nuestra forma de trabajar.
Pero un hito positivo concreto, que marcó un antes y un después en la historia de Verasur, fue la inauguración de las instalaciones nuevas en 2007, que son 3.400 metros cuadrados dedicados a la exposición y venta.
Antes, todo estaba donde ahora está la parte de ferretería. El edificio de exposición lo inauguramos en 2007.
Justo un año antes de que irrumpiera la crisis del ladrillo. ¿Se arrepintió en algún momento de haber acometido esa ampliación precisamente en aquel momento?
No, en absoluto. De hecho, fue lo que nos permitió salir adelante. Si hubiéramos seguido con la antigua exposición, que tenía muchas carencias, tanto de espacio como de capacidad expositiva, no estaríamos aquí.
La poquita obra que se hacía entonces era de capricho y tener la exposición nueva nos ayudó mucho económicamente a salir hacia adelante.
¿Cuál es la tipología de cliente de Verasur?
Nuestro cliente tipo, al que siempre nos hemos dirigido es, por un lado, el particular y, por otro, el albañil de reforma y vivienda unifamiliar.
Y lo es porque lo hemos buscado, es lo que hemos querido desde el principio.
¿Y por qué precisamente ese?
Yo ya venía del sector, lo conocía y tenía claro el tipo de cliente que quería. Cuando Verasur nació en 1990 también estábamos atravesando una crisis, aunque no tan fuerte como la del 2008. Y el cliente que había en ese momento era ese del que te hablo. Fue el que nos levantó.
Cuando sales de esa tipología de cliente, el funcionamiento es distinto. Con nuestro tipo de cliente, trabajamos muy bien. Siempre hay quien te falla, pero lo hace en algo que puedes asumir, que puedes digerir.
Las obras grandes son una lucha muy fuerte con la competencia. Y no es lo nuestro.
Pero también te digo que ha sido muy costoso, ese nicho de mercado no se consigue porque sí, hay mucho trabajo detrás.
Tenemos un cliente que cuidamos y mimamos. Y le ofrecemos muchos servicios. Tenemos montadores propios: montamos la tarima flotante, los muebles de baño, las mamparas… Todo. Además, tenemos un equipo de diseño que trabaja muy bien y que te atiende para que cuando salgas de aquí lo hagas sabiendo cómo van a quedar terminados tu cocina o tu baño.
También, las personas que tenemos de atención al público están continuamente formándose: cursos de marketing, de decoración, de atención al cliente.
La empresa está siempre invirtiendo en formación, lo consideramos fundamental.
¿Por qué se montó Verasur en Vera y no en otro sitio?
La primera razón y fundamental es que estos terrenos eran de mi suegro que, como te he comentado, es la persona que fundó Verasur. Pero es que, además, están en un lugar privilegiado, perfectamente visible, al lado de la carretera de la playa, con una salida directa desde la rotonda.
Y, por otro lado, siempre hemos considerado que Vera es el centro comercial de la comarca y más en nuestro sector. Toda la fuerza de almacenes está aquí.
¿Sigue teniendo esa opinión de la situación comercial del municipio? ¿Cree que hay algo que se pueda hacer desde las Instituciones para mejorar esto? ¿Y desde las asociaciones de empresarios de la localidad? ¿Forma parte de alguna de ellas?
Estoy un poco alejado de las asociaciones de empresarios. De lo cual no me siento nada orgulloso, pero es que realmente no he conectado con ninguna. Además, mi trabajo me ocupa todo el día y tendría que sacrificar parte del tiempo que le dedico.
En cuanto a la primera pregunta, creo que Vera sigue siendo un centro comercial, y más en nuestro sector. Seguimos siendo el pueblo referente de la comarca. En cambio, no sucede lo mismo en el resto del comercio, es cierto. Hace unos años Vera era un pueblo comercial que tenía muchísima más fuerza que ahora.
Hay que tener en cuenta que antes, en los alrededores, no había nada o casi nada. Ahora todos los pueblos han crecido, todos tienen tiendas de todo tipo y con cierto nivel. Es más costoso mantener el efecto llamada.
Lo que sí echo en falta es un polígono industrial en condiciones. En esta zona en concreto hay varias empresas con cierta entidad y hay mucho terreno, por lo que se podría estudiar la viabilidad de un centro comercial. Y eso llama a la gente. Una vez que te metes, lo encuentras todo en el mismo sitio, y vas a una tienda, después a otra… Quizá eso sí que sería digno de un estudio por parte de las Instituciones.
Así que las dos cosas que creo que harían falta para mantener e intentar potenciar el comercio en Vera son una asociación de empresarios fuerte y la existencia de un polígono industrial.
¿Cómo han vivido la pandemia? Hemos hablado de las crisis de 1990, de 2008, ¿esto también ha sido una crisis?
No, ha sido un paréntesis más que una crisis. Pasé la mitad de la plantilla al ERTE el tiempo que nos tuvieron encerrados en nuestras casas. Una vez nos dejaron trabajar, no sólo saqué a todos los empleados del ERTE, sino que contraté a cinco trabajadores más y tuve que comprar tres vehículos porque el trabajo se disparó.
Los ERTE fueron una herramienta fundamental porque sin ella, nos hubiera costado muchísimo más dinero el proceso: hubiera tenido que despedir, indemnizar y luego volver a contratar. Porque fue fulminante.
Sin embargo, cuando acabó el encierro domiciliario, empezó a dispararse el trabajo de una forma bestial. Sobre todo, el particular y las reformas.
¿Puede que el hecho de que hayamos pasado tanto tiempo en casa haya sido el detonante de que la gente quiera cambiarla y reformarla?
Yo creo que sí, que ha sido uno de ellos. Aquí el clima acompaña y se hace mucha vida en la calle: en los bares a los que nos gustan los bares, en el campo a los que nos gusta el campo…
En aquel momento, al pasar tanto tiempo encerrados, fue cuando nos dimos cuenta de que la terraza de casa necesitaba una reforma. Y ya que te pones, instalas el toldo y pones una barbacoa. Y el comedor de casa, lo mismo, te das cuenta de que necesita un lavado de cara, pero es algo que ibas dejando porque realmente no lo utilizabas.
Entonces, en términos de facturación a nivel global, ¿la pandemia les afectó?
No, no, para nada. De hecho, a nivel global, el año 2020 fue prácticamente igual que el 2019 y en el año 2021 crecimos dos dígitos. Si las circunstancias nos acompañan y todo este lío que hay en el mundo nos deja, las previsiones para este 2022 están muy por encima del año pasado.
Querría saber si, a nivel local o de la Junta de Andalucía, han recibido algún tipo de ayuda o de subvención en esta situación. Aunque con lo que me ha contado, entiendo que no la han necesitado.
No, qué va. Desde el Ayuntamiento se nos ofreció poder acceder a una ayuda, pero sin querer pecar de humildes, la rechazamos porque realmente no la necesitábamos. Nos estaba yendo bien. Y entendimos que habría negocios que, en ese momento, la necesitarían más que nosotros.
¿Cuántos empleados son en Verasur?
Somos 26 en plantilla y 3 becarios.
¿Y la plantilla es constante o se va renovando?
Una de las políticas de la empresa ha sido siempre mantener una estabilidad en la plantilla. La formación es muy costosa, vale mucho dinero. Si yo invierto, trato de mantener a esa persona, siempre intentando que, aunque lleve muchos años, no pierda la ilusión, las ganas, no entre en una rutina, se siga interesando por Verasur como el primer día… y creo que lo hemos conseguido.
Además, está el tema económico. Trato siempre de mantener a la plantilla con un sueldo digno y me gusta darles responsabilidades, a cada uno en su ámbito: que se sientan parte de los éxitos y de los menos éxitos de Verasur. Les hago partícipes de todo lo que ocurre, consensuo con cada uno lo que hay que hacer, los objetivos a los que tenemos que llegar, la manera de hacerlo. Procuro ser un poco compañero y no un jefe que ordena, manda y que está por encima de todo. Y esto me ha dado siempre muy buen resultado. Porque ha hecho que la gente se mantenga en su trabajo y que, si por circunstancias concretas, como fue la crisis del ladrillo, alguien se tuvo que ir, hayan vuelto todos.
Además, es que, egoístamente, yo me paso aquí la mayor parte de mi vida y, por ello, necesito estar a gusto y llevarme bien con todas y cada una de las personas que trabajan aquí. Si mi trabajo me encanta es precisamente por eso, porque somos un grupo en el que todos remamos hacia un mismo lugar, donde todos queremos sumar, entre todos nos mantenemos la ilusión de seguir adelante.
Siempre me enorgullezco de que Verasur es una pequeña familia.
¿Y nunca ha tenido a la típica oveja negra?
Sí, y se ha ido solo. Ni siquiera he tenido que echarlo. Ve el ambiente, ve que los demás no le siguen la corriente, no siguen su pauta de mal hacer y al final, se acaba marchando.
Hablando de la plantilla, ha salido el tema del liderazgo horizontal, tan de moda ahora, y sin embargo es algo que usted considera fundamental en su relación con los empleados y que lleva haciendo toda la vida. ¿Qué más cualidades cree que debe tener un buen líder?
Ante todo, mantener las formas. Porque cuando pierdes las formas pierdes la razón. Aquí, como en todas las empresas del mundo se cometen errores. Y la forma en la que te diriges a un trabajador cuando comete un error es fundamental. Le digo lo mismo que le diría si les estuviera regañando, pero entendiendo y haciéndome cómplice de su error: “esto que ha sucedido, ya no tiene remedio; así que vamos a seguir adelante y a poner los medios para que no vuelva a suceder”.
Si le echo a la calle no sirve de nada. Me sirve que aprenda de la situación y que no pase más. Es mi manera de trabajar y de enfrentarme a los errores, mi filosofía de tratar a la gente. Además, a nivel personal, cuando me enfado con alguien, lo paso muy mal: sean empleados, proveedores, clientes. Porque siempre pienso que tengo la culpa, que he hecho algo mal. Así que procuro no enfadarme, me sienta fatal.
¿Un empresario nace o se hace?
Yo me he hecho. Comencé a estudiar Biología. Cuando decidí que no quería seguir estudiando, volví a Vera y empecé a trabajar con la competencia, con quien ya había trabajado durante los veranos.
Aunque antes de eso, de joven, había trabajado en multitud de cosas, siempre en vacaciones: en los tomates, en la almendra… Y una vez que comencé en el sector me preocupé de aprender, pero bajo ningún concepto pensé nunca que iba a dirigir una empresa como Verasur. Siempre pensé que toda la vida sería un empleado.
Sin embargo, las circunstancias son las que son: llevaba con mi mujer desde los 15 años, mi suegro tenía un pequeño almacén, él se jubila y me ofrece llevarlo. Y hasta hoy.
Así que no, no he nacido empresario, yo me he hecho.
Y ese almacén que le ofrecen, se convierte en un compromiso familiar que, de alguna manera, se ve obligado a aceptar, o se lo toma como un reto que de repente se le presenta.
No, no me sentí forzado, para nada, al contrario, me hizo muchísima ilusión. Primero, era en lo que yo había trabajado antes y, segundo, era el empujón que me faltaba, un paso más, un reto poder hacerme cargo de un negocio que me gustaba.
¿Nunca dudaste de tu capacidad a la hora de aceptar un reto así?
No, y no sé si por los conocimientos que tenía o porque la ignorancia es muy atrevida.
Entiendo que es valentía, dicen que el mundo está hecho para los valientes. Y hay que tener mucha: abandonar un trabajo en el que tienes horario, un salario, no te llevas problemas a casa, o no muchos. Y aceptar un reto con un componente familiar. No pensaste en que podías llevarlo a pique, el negocio, el matrimonio, la relación familiar…
No, le puse tantas ganas y tanta ilusión que, yo que soy una persona bastante miedosa, esos miedos no los tuve nunca.
Supongo que le han compensado todos los años de quebraderos de cabeza, de noches en vela…
Sí, por supuesto. Porque esto da muchísimos quebraderos de cabeza, es cierto. Antes de la crisis del ladrillo, llegamos a tener 50 empleados. Tenía que manejar 50 personalidades distintas, cada uno con sus circunstancias. Además, diferencias con los clientes, con los proveedores.
Sin embargo, las satisfacciones superan los quebraderos de cabeza con muchas creces.
¿De qué satisfacciones hablamos?
Verasur ha logrado cierta buena fama, un caché bastante alto podríamos llamarlo, entre los proveedores, los compañeros del sector… Y eso se lo ha ganado el que te habla, pero muy muy apoyado por un equipo humano fiel.
Es un orgullo acudir a una Feria y que te reconozcan por el trabajo bien hecho: por el crecimiento económico del negocio, por intentar siempre pagar a tiempo a los proveedores, el buen clima y la estabilidad de la plantilla…
Aunque la mayor satisfacción vino, sin lugar a duda, cuando inauguramos estas instalaciones: no me lo creía. Aquel abrazo humano de todo Verasur fue la mejor recompensa.
Esto lo hemos logrado nosotros, todos juntos, con nuestro esfuerzo, nuestro trabajo y también con nuestros sinsabores. Nunca pudiera haberlo hecho solo. Y este sentimiento también es una satisfacción enorme.
¿Le queda tiempo para otras cosas aparte de Verasur?
Soy un poco hiperactivo, no sé perder el tiempo, me crea ansiedad. Me pongo en la ventana a ver llover y me encanta, pero solo cinco minutos. Enseguida tengo que hacer algo. Y, afortunadamente, siempre tengo algo entre manos, tengo vida aparte de Verasur.
Este trabajo me encanta y le dedico todo lo que necesite. Pero cuando salgo por la puerta, desconecto. Aunque me ha costado mucho, pero, por propia salud mental, he aprendido a desconectar en el momento en el que me voy.
Hace años, venía aquí los sábados por la tarde, los domingos por la mañana, el jueves santo por la mañana… estaba aquí metido las 24 horas. Pero echo la vista atrás y creo que en aquel momento había que hacerlo.
Cuando nació mi hija mayor, Cristina, mi mujer, venía por las noches con una cesta de mimbre, nos sentábamos en las escaleras de la exposición vieja y cenábamos. Ella hacía el esfuerzo para que viera a mi hija porque si no, no la veía nunca. Después de cenar, ellas se iban y yo me quedaba trabajando.
Incluso muchos domingos, venían las dos, la niña jugaba con los ladrillos de las piscinas y mi mujer se sentaba a mi lado y corregía exámenes. Por lo menos estábamos juntos, nos veíamos.
Después, tuve unos consultores que me cambiaron el chip y poco a poco he ido aprendiendo a desconectar. Como te he dicho, le doy al negocio todo lo que necesite, pero una vez que salgo por la puerta, desconecto y me dedico a mi familia y a mi ocio.
Pienso en Verasur el domingo por la noche antes de acostarme porque es el momento en el repaso el día siguiente y me acuerdo de alguna tarea concreta que tengo pendiente.
¿Cuál es ese ocio del que nos hablas?
Me encantan los caballos, tengo uno y me gusta mucho montar. Me gusta la música: comencé piano y lo tuve que dejar cuando empezó la crisis del ladrillo. Pero lo tengo ahí, como asignatura pendiente.
Y por último tengo un súper ocio que disfruto muchísimo, que me apasiona, y que es la Hermandad (Cristóbal, es Mayordomo de la Real Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Vera). La vivo mucho (se emociona). Me tiro todo el año trabajando para la Hermandad y este año que estamos de obras, más. Pero es que me gusta.
¿Tiene Verasur algo que ver con la obra de la Hermandad?
No, la obra se está haciendo con la subvención del Ayuntamiento de Vera y el dinero de la Hermandad.
El problema de la obra de la Hermandad es que se ha hecho sobre obra vieja, entonces hay un montón de vicios ocultos que salen según vas avanzando. Nosotros no sabíamos que el coro estaba tan deteriorado, a punto de caerse. Tampoco sabíamos que una columna y una pared, que no pensábamos tocar, se iban a caer solas, y tampoco que el acero iba a subir un 30%.
Entonces, hemos tenido una cantidad de gastos extraordinarios que hemos ido asumiendo como Hermandad, pero al final nos faltará. Por eso, Verasur, como otras empresas y organizaciones del municipio, colaborará con lo que sea necesario.
¿Cuáles son sus planes de futuro? ¿Piensa en la jubilación?
Sigo haciendo planes de futuro como si no tuviera 62 años. Cristina, mi mujer, me dice que no soy consciente de la edad que tengo. Por ejemplo, ahora vamos a ampliar el negocio y vamos a comenzar a trabajar cocina a través de un proveedor alemán de cocinas de calidad que ha entrado en BDB, el grupo de compras al que pertenecemos. Ellos cuentan con sus propios montadores, algo que para nosotros es fabuloso. Esto nos da la oportunidad de introducirnos en el mercado de las cocinas con un producto asequible y de bastante nivel de calidad.
Así que, realmente, por mi forma de ser, no pienso en ese futuro de jubilación. Me levanto por la mañana, hago mi rato de deporte, paso por la ducha y vengo a trabajar. Hablo con los responsables de cada área, a ver lo que necesitan, me siento en mi despacho a hacer mi trabajo de gerencia y me voy a mi casa absolutamente satisfecho. Y así un día tras otro.
Por lo pronto, no quiero pensar en nada más.
Hay circunstancias que de repente se presentan y que no puedes prever ni controlar con antelación. Sólo puedes amoldarte a ellas cuando llegan y seguir para adelante. Ahora tenemos la guerra de Rusia con Ucrania que, por cierto, aprovecho para decir un NO rotundo a la guerra porque no hay nada que merezca la pérdida de una vida humana. Esto ha hecho que el panorama cambie.
Hasta que ha llegado el problema con el suministro del gas y del petróleo, los grandes grupos inversores americanos y mejicanos estaban comprando fábricas de azulejo españolas y les estaban ganando mucho dinero. La idea que ellos tenían era comprar todos los almacenes referentes desde Barcelona hasta Algeciras para encargarse ellos de todo el proceso: desde la fabricación hasta la venta. Esta operación ahora mismo está parada, pero si hubiesen llegado con un dinero digno, no te digo que no hubiera vendido. Quién sabe.
Así que tenemos muchas fórmulas para seguir adelante. Ya lo veremos en su momento.
¿Podría medir la repercusión de su negocio en Vera?
Buf, es muy difícil de calibrar…
Al igual que el resto de las empresas del municipio, Verasur intenta colaborar con la creación de empleo y en que Vera disponga de comercio y servicios.
Repercusión… no sabría decirte, pero es que nosotros no somos conscientes del negocio que tenemos, de lo que hemos creado entre todos. Parece que estamos todavía en aquel mostrador, en nuestra tienda pequeña, sin puerta, que hacía un frío del carajo.
Sabemos que Verasur colabora con algunas asociaciones e instituciones de la localidad, pero usted no se prodiga en actos sociales, estas cosas no se saben, usted no aparece.
Me gustan muy poco los actos sociales. Tengo mucho miedo escénico, sobre todo cuando tengo que hablar en actos oficiales. Por ejemplo, cuando tengo que dirigirme a las mujeres del Lavatorio porque veo que necesitan un empuje, hablo con ellas de tú a tú, con normalidad. Pero ponerme en un atril a hablar, me hace pasarlo muy mal.
Y cuando tengo que hablar en la Hermandad en algún acto oficial, me cuesta mucho, me pongo muy nervioso.
En general, los actos sociales no me gustan. A mí me gusta mi trabajo, mi familia y llevarme con todo el mundo, sea del color que sea.
Teniendo en cuenta ese miedo escénico del que me habla, ¿cómo llevó ser pregonero de la Feria?
Le puse toda la ilusión del mundo y me sentí muy honrado, me dio mucha alegría tener la oportunidad de dirigirme a mi pueblo, pero pasé muchos nervios.
Al principio, el nombramiento me sorprendió. Me llamó el alcalde y me comentó que, por unanimidad, en el Pleno se había decidido que yo fuera el pregonero de la Feria. Y le dije: “Pero, Félix, ¿yo sé hacer eso?” (risas).
Llegué a mi casa, se lo dije a Cristina y a mis hijos y, como saben de mis miedos, se echaron a reír.
Pero bueno, como me lo dijeron con cierto tiempo antes, me dio tiempo a mentalizarme y la preparación la llevé bastante bien. Hasta que entré por la puerta de Terraza Carmona, vi aquello lleno de gente y me puse muy nervioso. Había estado ensayando en el atril de la Hermandad y desarrollé una técnica propia en la que intentaba levantar la cabeza bastante para mirar al público, e iba leyendo, bajando con los dedos renglón a renglón para no perderme. Al final, tuve que bajar las manos porque estaba temblando, no podía seguir.
Cuando acabé, fue una alegría inmensa porque no todo el mundo tiene el privilegio de dirigirse a su pueblo contando sus vivencias, contando el cariño que le tiene al pueblo, etc.
Dije lo que quería decir, hablé 16 minutos y acabé. Porque, sinceramente creo que el pregonero no es el protagonista de esa noche; es parte, pero no es el protagonista. Las protagonistas son las chiquillas, las damas. El 90% de la gente que te está escuchando, lo hace los primeros 15 minutos, el resto del tiempo está deseando que termines para ver quién de las chiquillas sale de reina de las Fiestas. Tú eres parte de ese evento, pero no la parte principal, para nada. La parte principal son ellas.